Los que se odian se aman: Jaldo y Manzur juntos en el acto por el 9 de Julio
En el Día de la Independencia, y en medio de los actos oficiales, el gobernador Osvaldo Jaldo y el senador nacional Juan Manzur se mostraron juntos por primera vez en mucho tiempo. La escena, cuidadosamente montada en la Casa de Gobierno, incluyó también a las senadoras Beatriz Ávila y Sandra Mendoza, y a la intendente de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla. El objetivo fue claro: enviar un mensaje de unidad peronista de cara a las elecciones legislativas de octubre.
Sin embargo, para una sociedad cada vez más golpeada por la pobreza, el desempleo, la inseguridad y el abandono estatal, la postal del reencuentro entre los máximos referentes del PJ local puede interpretarse más como un gesto desesperado de supervivencia que como una verdadera señal de renovación política.
“Me encantó, creo que ese es el camino”, dijo Chahla, visiblemente satisfecha con la imagen. Pero mientras la dirigencia festeja abrazos y fotos, la realidad en los barrios, hospitales, escuelas y calles de la provincia dista mucho de ser celebrada. Tras 38 años ininterrumpidos de gobiernos justicialistas, Tucumán figura entre las provincias con peores índices sociales del país.
Los protagonistas del reencuentro no son ajenos a esa decadencia. Manzur, con más de una década ocupando los más altos cargos ejecutivos de la provincia, dejó un sistema colapsado en múltiples áreas. Jaldo, su sucesor y actual gobernador, sigue operando dentro del mismo aparato que él mismo contribuyó a consolidar. El pacto entre ambos no representa una ruptura con ese modelo: representa su continuidad.
Ni la puesta en escena en el despacho oficial ni el saludo de la paz en la Catedral pueden tapar las consecuencias de décadas de gestión marcada por el clientelismo, la falta de planificación y el uso de los recursos públicos al servicio de los acuerdos políticos.
El mensaje hacia adentro del PJ fue claro: “nadie saca los pies del plato”, según expresó un legislador oficialista. Mientras tanto, hacia afuera, los tucumanos siguen sin respuestas concretas frente a los problemas cotidianos que los afectan. La inseguridad crece, la educación se derrumba, los hospitales colapsan y las oportunidades escasean.
En paralelo, algunos sectores del peronismo ya especulan con la inclusión de figuras del sector privado o de espacios no tradicionales para maquillar las listas. La estrategia parece más enfocada en sostener el poder que en asumir alguna autocrítica por el estado de la provincia.
El intento de mostrar un peronismo “unido” puede servir para ordenar momentáneamente al partido. Pero puertas afuera, cada vez más tucumanos advierten que los rostros que hoy posan juntos son los mismos que gobernaron durante casi cuatro décadas. Y que esa larga permanencia en el poder ha dejado un saldo de atraso, dependencia y frustración que no se disimula con una foto. /Tucumán Digital





