Fiesta en Puerto Madero: el abusador Alperovich disfruta su “prisión” de lujo junto a Marianela Mirra

Mientras cumple una condena de 16 años por abuso sexual, José Alperovich disfruta su prisión domiciliaria en un lujoso departamento de Puerto Madero junto a Marianela Mirra, desatando indignación y críticas por los privilegios que rodean al ex gobernador.

zencity-5Complejo Zencity - Puerto Madero

José Alperovich, condenado a 16 años de prisión por abusar sexualmente de su sobrina, está lejos de llevar una vida de encierro. Desde su departamento en el exclusivo complejo Zencity, en Puerto Madero, el ex gobernador tucumano cumple su arresto domiciliario en condiciones que para muchos parecen más propias de un resort que de una prisión. En las últimas horas, Marianela Mirra, quien blanqueó su relación con Alperovich antes de su traslado a domicilio, reapareció mostrando detalles de su cotidianidad en redes sociales.

En una historia publicada esta semana, se la ve cocinando relajada con un ahumador en el balcón del departamento. Lo que más llamó la atención no fue el menú, sino el fondo urbano que los usuarios rápidamente identificaron como el skyline de Puerto Madero. Las comparaciones con imágenes satelitales, capturas de Google Maps y análisis arquitectónicos no tardaron en confirmar lo que muchos sospechaban: la prisión domiciliaria de Alperovich se desarrolla en uno de los puntos más caros y exclusivos del país.

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A partir de ahí, las publicaciones se multiplicaron. Marianela fue subiendo más imágenes desde el interior del departamento, y hasta pidió información sobre canchas de pádel en la zona, como si estuviera de vacaciones. Mientras tanto, las redes sociales estallaron de críticas e ironías sobre una situación que exhibe con crudeza las desigualdades del sistema judicial argentino: pocos condenados por delitos gravísimos acceden a un régimen tan cómodo y expuesto.

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Lo que indigna no es solo el lujo, sino la impunidad simbólica. Alperovich no solo goza de un arresto domiciliario privilegiado, sino que su entorno lo muestra sin reparos. La exposición en redes convierte su condena en una especie de reality VIP, donde el castigo parece haber quedado reducido a una formalidad legal. Mientras tanto, la víctima —su propia sobrina— sigue lidiando en silencio con las consecuencias de los hechos.

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Este episodio vuelve a poner en debate cómo funciona la justicia para los poderosos. Mientras cientos de presos comunes cumplen sus penas en condiciones precarias, Alperovich se pasea —aunque puertas adentro— por uno de los barrios más caros de la Argentina. Y lo peor: lo hacen sabiendo que los están mirando, sin culpa y sin vergüenza. /Tucumán Digital