"Escribir es escuchar lo que me rodea": Sofía de la Vega traza un mapa de voces y paisajes tucumanos
Con Tucumán como objeto de fascinación y epicentro de su obra, la escritora acaba de publicar un libro de cuentos donde conviven voces y miradas muy nuestras. El mundo animal, la literatura y el otro como aventura: “Mi mayor deseo es que lo lean lectores tucumanos, lo escribí para que ellos encuentren sus palabras”. Por Exequiel Svetliza.
"De los potrillos nacen ríos”, el último libro de Sofía de la Vega: Foto: Bernardo Cornejo Maltz.
Si hay una patria, esa patria está en la lengua y en la infancia. Así al menos lo creía el escritor santafecino Juan José Saer. Y así parece también entenderlo Sofía de la Vega para quien Tucumán es una patria, un lenguaje y un territorio místico que se ha vuelto objeto de fascinación y de deseo; encantamiento que la autora traslada a la escritura en “De los potrillos nacen ríos”, su último libro de cuentos publicado hace días por la editorial Alfaguara. La escritora tucumana traza una cartografía narrativa de la provincia en la que conviven cerros y paisajes urbanos, humanos y animales, miradas y voces familiares; de acá nomás. “Mi mayor deseo es que lo lean lectores tucumanos, lo escribí para ellos, para que encuentren sus palabras, sus lugares, para que empaticen y al fin encuentren un lugar que habla de ellos mismos”, adelanta.
¿Quién dijo que me fui, si siempre estoy llegando?, reza un tango de Troilo. Aunque actualmente reside en Buenos Aires, Sofía de la Vega no ha dejado de volver a Tucumán en cuerpo y escritura. “De los potrillos nacen ríos”, su incursión editorial en la narrativa, es la última evidencia de ese eterno retorno. La autora es egresada de la carrera de Letras de la UNT, investigadora doctoral de Conicet y una de las organizadoras del Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT). Ha publicado los libros de poesía Blancas y plateadas (Ediciones Neutrinos, 2018), La idea es vivir cerca pero no encima (Ediciones Liliputienses, 2019) y Los ángeles son vacas (Nebliplateada, 2025).
Con el libro de cuentos recién desembarcado a los estantes de las librerías, Sofía habló con eltucumano.com para contar acerca de la obra, su proyecto de escritura, la fascinación por Tucumán y la apuesta por la literatura y la imaginación en tiempos dominados por el mercado.
-¿Cómo fue el proceso del libro?
-“De los potrillos nacen ríos” surgió cuando me mudé a Buenos Aires, ya hace seis años, lo empecé a escribir porque sentía que las voces se me metían, quizás por extrañar el lenguaje tucumano que a mí me gusta mucho, entonces la memoria y el oído se predispusieron de otra manera. También porque los poemas se me “agotaron”.
Los trabajé en el taller de Martín Felipe Castagnet, quien es un gran amigo además, y fue el que me insistió que saliera el libro. Yo tenía muchas dudas la verdad, por eso cuando llegó la oferta de Penguin fue una gran alegría. Primero me llamó Ana Laura Pérez que es la editora de la parte de ficción de toda la editorial y después elegimos el sello que fue Alfaguara. Ahí empecé el trabajo de edición con Maga Etchebarne, que además de ser editora es una gran escritora que había venido al FILT hace unos años. La verdad que la experiencia fue un lujo, muy cálida y cuidada, hasta la elección de la tapa, todo. Fue un buen “parto” de libro. Un sueño.
-¿Con qué se van a encontrar los lectores de “De los potrillos nacen ríos”? ¿Cómo te gustaría que se lean estos cuentos?
-Pensé este libro a partir de las voces de personas que fui conociendo y transformando. Para mí escribir es escuchar lo que me rodea, porque así también pienso mi vida. Me aburre en parte lo conocido, o estar solo con personas parecidas a mí. Para mí el “otro” es una aventura. Entonces espero que los lectores se hagan parte de esa misma aventura que es adentrarse a universos que no nos son siempre propios. Los que cuentan las historias son de distintas especies, son de clases sociales diversas, varía el género, la edad. Quería hacer una especie de mapa tucumano a partir de estos personajes, por eso como está la montaña, está la ciudad, está el suburbio, está el interior de la provincia, está el aeropuerto.
Los personajes viven situaciones medio límites, quizás más increíbles otras más reales, pero todas partes de la vida. Creo que lo bueno que puede llegar a tener el libro es que los cuentos son largos entonces le va a permitir al lector conocer más a los personajes y así también, espero, quererlos.
Sofía de la Vega. Foto: Alejandra López.
-En varios cuentos tomás la decisión de contar desde la mirada animal ¿Por qué? ¿Qué crees que aporta esa mirada del mundo?
-Como contaba, elegí diferentes miradas para armar este mapa “lingüístico”. En particular, con el tema animal, yo siempre viví rodeada de ellos, me encantan, y me parece un gran misterio compartir la cotidianeidad con un ser que maneja otro acercamiento al mundo, totalmente distinto al mío. Entonces buscar la voz de los animales, entender cómo hablan, para mí fue esa curiosidad, y lo viví además como un juego de la imaginación. Una forma de pensar todas las posibilidades que la literatura te da para hacer esto. Por ejemplo, para escribir el cuento que abre el libro cuyo narrador es un caballo que se llama Tincazo, tuve que aprender que los equinos solo ven hacia los costados, no ven de frente, entonces arme la narración con esa limitación, que en realidad fue ganancia. Para mí fue muy divertido.
-¿Cómo aparece Tucumán en estos relatos? ¿Qué lugar tiene hoy la provincia en tu vida y en tu proyecto de escritura?
-No quiero repetir, pero Tucumán tiene un lugar central. A mí me maravilla esta provincia, y creo que tenés la misma fascinación. Me parece que las posibilidades de contarla son infinitas, con lo bueno y con lo malo. Entonces con este primer libro de cuentos trate de hacer un “paneo” general de lo que es este lugar tan loco, tan místico, tan especial, con lo bueno y lo malo. Mi mayor deseo es que los lean lectores tucumanos, lo escribí para ellos, para que encuentren sus palabras, sus lugares, para que empaticen y al fin encuentren un lugar que habla de ellos mismos.
Y en los proyectos que siguen está siempre Tucumán, el Noroeste. El próximo libro que va a salir es una novela situada en el siglo XVIII sobre la Virgen del Valle, los protagonistas son diaguitas, está el kakan presente (su idioma del cual no quedaron registros), también el orden de las ciudades coloniales del NOA donde Tucumán era el centro. Hasta estoy haciendo una Especialización en culturas del NOA para poder entender mejor lo que quiero hacer con la escritura. Mi proyecto de obra, más allá de cada libro puntual, es trabajar con este territorio, ponerlo un poco más en el centro, visibilizarlo, que se conozca nuestra historia a través de nosotros mismos, no a través de los medios de comunicación porteños.
-¿Qué implica producir y publicar literatura en un contexto sociopolítico como el actual? ¿Qué crees que tiene para decir el arte de este momento histórico?
-Es un milagro publicar en este contexto. No hay plata ni tiempo, entonces el libro, lamentablemente, se vuelve un bien de lujo. Pero hay que lograr invertir esa idea, a mi leer me dio la posibilidad de imaginar otra vida, de desear, de crecer. Por eso, más allá de mi trabajo de escritora, estudié Letras, organizo un festival literario, doy talleres, me formo. Creo que es una de las cosas más importantes que tenemos como sociedad, la posibilidad de la lectura, y son las instancias con su encuentro las que nos permiten romper con las lógicas de producción, las lógicas resultadistas. Me da miedo a veces este mundo que pasa solo por la plata, por hacer cosas útiles y con resultado, como si los seres humanos fuéramos solo máquinas. Eso al contrario de lo que se piensa, nos achata. La imaginación, el arte, el ocio son parte de los grandes momentos de creación de la humanidad. Ojalá no nos olvidemos de eso.





