"El amor de una madre": la UTN distingue a una madre tucumana que acompaña a su hijo no vidente en su camino universitario
Beatriz fue homenajeada por la UTN por el acompañamiento constante hacia Andrés, estudiante no vidente de Programación, quien realiza sus estudios con su apoyo incondicional y está a punto de recibirse
Hace unas semanas, la Universidad Tecnológica Nacional decidió reconocer públicamente el compromiso de una madre: Beatriz, docente jubilada de Monteros, fue distinguida por su acompañamiento incondicional a su hijo Andrés, quien padece discapacidad visual y cursa la carrera de Programación en el anexo Concepción de la UTN
El decano de la UTN, Rubén Egea, presidió el acto y argumentó la elección: “Nos pareció importante destacar el esfuerzo y el amor de una madre. Ese fue el motor de esta historia”. Durante la ceremonia, Beatriz pensó que el homenaje sería para su hijo, que llegó vestido de traje y con una gran sonrisa, pero al escuchar su propio nombre la emoción colmó el ambiente.
Beatriz, madre de cuatro hijos y docente de profesión, compartió el escenario visiblemente conmovida. “Todos los padres debemos estar al lado de nuestros hijos. Eso hace la diferencia”, señaló en sus palabras de agradecimiento. En su reconocimiento, destacó especialmente el apoyo de los docentes de la UTN y, de modo muy cercano, el acompañamiento de Alejandra Bustamante, a quien define con cariño como su “cuidadora oficial” o “bedel” dentro de la universidad.
La historia entre madre e hijo trasciende el gesto simbólico de un certificado: todos los días Beatriz acompaña a Andrés dentro del aula. Según relata la profesora Georgina Costilla, quien captó una foto que se volvió viral, Beatriz “ya es parte de la comisión” de clases: asiste tomando apuntes para él. La docente contó que ese material luego se lo lee o lo explica a Andrés, de modo que él pueda seguir el ritmo de los contenidos.
Aunque durante su escolaridad Andrés solía usar el sistema braille, decidió no emplearlo en el ámbito universitario. En cambio, utiliza un software adaptado en su computadora y celular para las actividades prácticas de codificación, mientras que la madre se ocupa de transcribir la teoría y trasladarla para que él la lea o comprenda.
Beatriz confiesa que nunca imaginó volver a estudiar, pero que recibir ese rol simbólico al lado de su hijo le devolvió alegría: “Cuando llegamos a la Facultad para mí fue muy hermoso, me sentí una más de la clase; fui aceptada por los compañeros, por los profesores.” Aunque ella no está formalmente inscrita como alumna en la carrera, participa activamente en el día a día académico del hogar compartido con Andrés.
La docente Costilla también comentó que la publicación de una de las fotografías del momento, en la que aparecen Andrés junto a su madre, generó una repercusión inesperada. Ella esperó una semana para difundirla, conversando antes con Beatriz, cuidando la privacidad y con su consentimiento. “Es muy tierna la situación”, dijo, al destacar que su objetivo fue dar visibilidad a una historia de perseverancia, no protagonismo personal.
Más allá del reconocimiento institucional, la difusión de esta experiencia abrió puertas: se planteó que empresas puedan contratar a Andrés para su trabajo final o prácticas profesionales, aprovechando el momento de visibilidad para que tenga oportunidades de inserción laboral. “Cualquier empresa que lo contrate no se va a arrepentir”, dijo la docente Costilla sobre su alumno. /El Tucumano





